De goles galácticos, festejos y confesiones…

¡Atención, morlacos del futsal! River Plate hizo más magia que Harry Potter en sus mejores tiempos y se adueñó del Quinquela Martín. Después de 17 años –sí, más que la saga completa de Star Wars– el Millonario rompió la maldición derrotando a Boca 2-1 en una noche llena de emoción, golazos de otro planeta y confesiones dignas de telenovela.

La primera mitad fue como un episodio de esos donde nadie suelta la pelota, pero vaya que se encendió en el segundo tiempo. Iván Curet, con peineta modelo 1980, la clava en el arco de Boca como quien da el golpe en un truco de magia. ¡Pero, qué tranco se había guardado! Con el Xeneize quemando naves, como un pirata en el Caribe, aparece Julián Caamaño y desde su propio campo lanza un misil intercontinental. Tanto se emocionó que protagonizó un striptease involuntario, llevándose dos amarillas y el aplauso de todo Hogwarts.

Y cuando Boca intentó el hechizo del empate, don Patricio Aguirre, el arquero fortachón, fue la verdadera Muralla China del futsal. Atajó un penal y manejó el arco mejor que un GPS. River, entre posibles lágrimas de cocodrilo y algunos pasos de salsa carrasquera, celebró una victoria a puro pulmón. La entrevista post partido con Caamaño fue como una clase de amor al club. Bolsillos vacíos, camisetas con agujeros, pero corazoncito lleno de orgullo millonario. ¡Que viva el futsal, señores!