La cancha sin Enzo parece una milonga sin tango…
Imagínese, oyentes, a River Plate como un gran bife de chorizo jugoso. De repente, le quitan el chimichurri, y aunque sigue siendo un bife, todos están llorando por la falta del aderezo mágico. Así es Enzo Pérez para el medio del campo de River: el sazonador insustituible. Cuando el mendocino se ausenta, la cancha se convierte en un carnaval de piernas enredadas y pases a la estratósfera, como si los jugadores fueran hipnotizados por duendes futbolísticos rivales.
El Muñeco Gallardo casi sacó un conejo de la galera cuando intentó reemplazar a Enzo con otro Enzo. Sí, como querer cambiar un Messi por otro Messi, pero solo hay un Messi… y un Enzo Pérez. ¡Kevin Castaño! Ay, pobre Kevin, luchaba como un marinero en tierra firme tratando de tapar los agujeros que dejaba el barco. Con Giuliano Galoppo a su lado, parecía más bien un dúo cómico que una pareja de mediocampistas. Al rescate vino EP, el superhéroe con guantes de cuero, para parchear la nave que se hundía.
Sin embargo, el desgaste de Enzo Pérez, en camino a ser el Benjamin Button del fútbol, podría ser más complicado que intentar que un pingüino aprenda a volar. La solución es como buscar la última media en el cajón: difícil pero no imposible. ¿Serán los jóvenes promesas una opción o hará falta un fichaje con más condimentos que una pizza fugazzeta? Solo queda esperar que los sabios, Gallardo y su cuerpo técnico, encuentren esa solución antes de que el CARP naufrague sin Norte y sin Enzo.