La tragicomedia de River en Junín…

En un duelo digno de una película de acción, aunque más parecía un sketch de malos entendidos, River se enfrentó a Sarmiento y el partido terminó en un empate que ni los guionistas de comedia negra podrían haber escrito. Nuestro querido Franco Armani, el superhéroe de los guantes de oro, se vistió de muralla humana para salvar al equipo más veces que Tom y Jerry se escapan el uno del otro. Atajó pelotas que venían más rápido que un delivery en hora pico y parecían tener GPS directo al arco.

El señor Magnín, decidido a protagonizar el papel de villano del día, lanzó un misil teledirigido al final del partido que Armani desvió con destreza. Suhr, por su parte, intentó con un tete-a-tete frente a Franco, pero se llevó el premio consuelo de un “mejor suerte la próxima vez”. Morales, con un potente zurdazo, solo logró que el arquero de River demostrara por qué es el guardián del arco millonario. Eso sí, el gol de Insaurralde tomó por sorpresa hasta al camarógrafo, que estaba más ocupado comiendo su choripán.

River Plate mostró más bajos que altos, como si fueran una montaña rusa en mantenimiento. El equipo de Gallardo deambuló por la cancha con un rendimiento que haría llorar hasta a un payaso, pero gracias a Armani (que lleva una S invisible en el pecho), no terminaron fundidos por Sarmiento como una bombilla vieja. Un empate con sabor a polenta sin sal: se come, pero no se disfruta.