¡Gallardo en busca de los goles perdidos!…

En el emocionante y caótico mundo del fútbol, River Plate vive un momento tan raro como encontrar un pingüino en el desierto. La banda de Marcelo Gallardo se ha quedado sin palabras… o mejor dicho, sin los gritos de gol de sus volantes. La situación es tan crítica que hasta las redes están pensando en mudarse a otro estadio por falta de uso. Mientras tanto, Gallardo, con una expresión facial que rivaliza con la de un hincha cuando se entera que no hay choripanes en el paravalancha, busca salidas desesperadas a este acertijo futbolero.

Miguel Ángel Borja, conocido como el encargado de darle ritmo a la avena futbolística de River, ha estado más intermitente que el WiFi de un vecino. Sus goles se presentan con la misma frecuencia que un tren llegando a horario en el Sarmiento. River no tiene una sola cara para el gol como lo era Messi en su época dorada con la celeste y blanca. Ni siquiera una figura a lo Julián Álvarez en los días gloriosos del primer ciclo de Gallardo. Aquí cada tanto es una moneda al aire: cara, golazo; cruz, ¡uy, al costado!

Enfrentándose al misterio de los goles, el Muñeco sueña con que sus jugadores hagan más ruido que un microbús lleno de mariachis un viernes a la noche. Y es que mientras el fútbol parece ser un juego simple, la falta de goles ha convertido a Gallardo y su troupe en Sherlock Holmes y Watson del césped, intentando resolver qué sucede con la magia del gol en River. Así se prepara el CARP, con el enigma a cuestas, para el próximo partido en La Plata frente a Gimnasia: ¿encontrarán el tesoro escondido del gol o seguirán tan secos como un cactus en el Sahara?