¡Cómo NO ejecutar un penal en un guion de ciencia ficción!…
En un estadio donde el césped parecía más inclinado que un tobogán, River Plate y Barcelona de Ecuador nos regalaron el capítulo digno de una sitcom futbolera. Imaginemos el despliegue épico: 17 remates de lo que algunos confunden con un grupo de francotiradores ciegos, 70% de posesión que parecía un monólogo de telenovela y un penal que debió ser ejecutado por un oráculo del balón, ¡pero no! Decidieron jugársela con Driussi, justo después de pensar que Montiel era un hombre invisibilizado por el silencio del universo. ¿El resultado? Un tiro más desviado que un GPS sin señal.
Pero eso no fue todo, antes del gran momento, Franco Mastantuono, un prodigio adolescente con más ganas de protagonismo que un héroe de cuentos de hadas apunto de rescatar princesas, pareció aprobar su examen de valentía sujetando el balón como si fuera el Santo Grial. La escena fue tan tensa que el aire se cortó con cuchillo, cuchillo que Cachete usó para cortar la pizza post partido, justo antes de que el crío leyera entre líneas sus intenciones y Driussi cazara el balón, cual perrito emocionado con una pelota nueva. ¿Genialidad o simple catástrofe? El arquero, como el hombre araña, detuvo el penal y dejó a la hinchada con los nervios de punta de aguja de crochet.
Pero como si fuera la telenovela de las seis, el drama subió a escena cuando Pérez le otorgó a Borja una serenata de gritos que haría sonrojar al coro del Teatro Colón. “¡Miguel, no te tirés más!”, le reprochó Enzo, en un momento digno de una batalla espacial entre Jedi y Sith de balón redondo. River, en su duelo cósmico por los tres puntos, se quedó parado como un maniquí en escaparate perdido ante semejante descoordinación. Y así terminó, con Barcelona haciendo tiempo en el alambre y River, frustrado pero divertido, como quien ve caer su castillo de naipes una y otra vez. ¡Te esperamos en la próxima función de esta odisea mundial!