Se busca: destino con playa y mucho mate…

¡Alerta roja en Núñez! El club de River Plate parece haberse convertido en una tienda de antigüedades con obsolescencias programadas, buscando a gritos un coleccionista exótico que adopte a sus piezas de museo. Los directivos están más desesperados que un perro persiguiendo su propia cola, intentando subastar a Lanzini, Kranevitter, Simón y Rojas, que parecen cambiar de dirección más veces que un GPS enloquecido.

Mientras tanto, los pergaminos de estos talentosos jugadores están acumulando telarañas. Rosario Central, por su parte, se mostró algo interesado en Simón, seguramente seducido por su habilidad para desaparecer en el campo como un mago en pleno truco. Pero, por supuesto, las ofertas locales fueron más escasas que las verduras en un asado futbolero. Lanzini y compañía esperan pacientemente, cual boicoteadores seriales de banquillos, a que el mercado externo se apiade de ellos y los adopte con algún contrato más atractivo que los resultados del sorteo de la Lotería.

En el entretiempo, estos cracks se mantienen en forma, realizando entrenamientos clandestinos en horarios alternativos. Con Rojas escondiéndose de las lesiones como si fueran viejas chusmas y Kranevitter y Lanzini luchando a brazo partido con el calendario de vida útil, River reza por un milagro. Ahora, cerrada la feria local, todos sueñan que una liga del extranjero se lleve a estos muchachos, aunque sea en una bolsa de dos por uno. ¡Aúpa, River! ¡Hay vida más allá de la línea de cal!