La defensa de River: más agujeros que un queso suizo…
River Plate y su defensa son como el gato de tu tía Teresa: dan cinco pasos hacia adelante y al primer ruido sale disparado hacia atrás. En pleno torbellino de invierno, el equipo de Gallardo decidió jugar con el alma pero no con el corazón, dejando esa última línea más solitaria que perro con sarna en un campo desierto. De hecho, se rumorea que un glaciar pasó por el Monumental y ni él pudo enfriar a los delanteros rivales.
Todo comenzó con la sinovitis de Paulo Díaz, quien abrió las puertas a Pezzella para demostrar su talento en modo “palo de escoba sin escoba”, diría algún vecino amargo. Eso sí, el buen Germán dejó su marca con una falta tan innecesaria que ni el VAR, en sus horas más ociosas, quiso revisarla. Entre Pezzella, Martínez Quarta y Acuña se las ingeniaron para hacer más fouls que un profesional de lucha libre mientras Armani miraba de reojo, dudando si les prestaba una bufanda para el frío.
Con la defensa de River más abierta que una puerta giratoria, el Muñeco Gallardo considera armar un mercado de fichajes con descuentos para defensas. A este paso, los refuerzos serán intergalácticos, con opciones de repescar hasta al vecino simpático del 5to piso. En fin, con ataque de leones y defensa de gatitos, River sigue haciendo mérito para entrar en el “Guinness – Edición Cómicos”.