River Plate: Máquina de producir joyas futbolísticas…

En el barrio de Núñez, justo donde los sueños de Messi y Maradona hacen su siesta, hay una máquina secreta que transforma a los pibes en cracks antes de que sepan atarse los cordones. Franco Mastantuono, que aún no aterrizó en la corte del Rey Madrid, ya dejó su asiento caliente para que lo ocupen otros chiquilines con más trucos que Harry Potter en un partido de Quidditch. Ahí está Santiago Lencina, que contra Instituto metió doblete con la precisión de un cirujano haciendo malabares con una pelota de ping-pong.

Pero esperen, que esto no termina acá. ¡Hay más! Detrás de Lencina, viene Juan Cruz Meza, el calco genético de Turbo Meza. Y de los catálogos de promesas de River tenemos a los Ruberto, los Bautista Dadín y los Giorgio Costantini; nombres de príncipes futboleros listos para un futuro lleno de gambetas y asado. Con el laboratorio riverplatense produciendo como si tuviera línea directa con los extraterrestres, la cuenca de talento no se agota: ¡sale jugador nuevo, como quien saca facturas del horno!

Los cazatalentos de River deben tener un imán increíble o GPS especial para detectar cracks hasta en la galaxia más lejana. En cada rincón del planeta, cuando ven un chico gambeteando, lo llaman: “Nene, venite a River”. De Julián Álvarez a Enzo Fernández, es una travesía digna de un videojuego donde cada pase en River suma puntos en el FIFA y los pibes se transforman en héroes nacionales. ¡Atención, que la próxima exportación viene con moño!