Gallardo y el enigma del arco negado…
Marcelo Gallardo, el Napoleón sin jopo de River, salió a la cancha con el ánimo de un cocinero que olvidó la pimienta. Tras el opaco 0-0 con Barcelona, el DT del Millo lo resume mejor que una telenovela mexicana: “La contundencia nos dejó para el olvido”. Eso sí, no permitamos que la negatividad nos invite a su fiesta, porque el Muñeco vio a su equipo más peligroso que un mosquito en una piscina. Con un vacío Monumental que hoy no impresionaría ni a un grupo de turistas despistados, su elenco acaparó la pelota un 70% del tiempo como un niño con el juguete favorito. 17 tiros en total, de los cuales siete encontraron dirección a la portería… un auténtico arte del tiro al pichón, pero con más pichones que tiros acertados.
A pesar de no haber logrado el triunfo, este empate tuvo más situaciones de peligro que una película de Indiana Jones. Eso sí, cuando llegó la hora del penal, River falló más fuerte que una silla coja. Mientras tanto, Gallardo gesticulaba desde el banquillo como si estuviera en una obra de teatro de mimos. Este partido le llenó el corazón a los hinchas como un buffet con solo ensaladas.
El equipo de River teme que este domingo el torneo se transforme en una maratón de suspenso. Sus jugadores se encuentran practicando definiciones al arco como si el balón fuera un globo. Lo cierto es que, al menos por ahora, el Monumental deberá esperar otro día para sacudir sus redes con goles, y Gallardo cruzará los dedos para que el próximo partido no se convierta en otro dramón futbolístico que ni ‘Reina de Corazones’ podría superar.