Ezeiza se convierte en meteorológico caos…
El viernes en Buenos Aires parecía que Zeus estaba de mal humor y decidió lanzar tormentas como confeti, complicándole la vida a River Plate. El escuadrón millonario, cual banda de superhéroes, tenía que despegar hacia Santiago del Estero a las 18:30, pero quedó atrapado en Ezeiza como si esperaran un autobús que jamás llega. “¡Rayos y centellas!” exclamó el piloto desde la torre de control, y el plantel, con paciencia digna de un monje budista, sigue esperando con las valijas listas.
Mientras el Servicio Meteorológico Nacional prometía una lluvia intermitente durante la noche, resultó ser más constante que las repeticiones de goles de Riquelme en los canales deportivos. Con el vuelo demorado, el plan maestro del cuerpo técnico de River se desmoronó cual torre de Jenga: se avecinaba una noche de hotel más larga de lo previsto, sin siesta post-vuelo. ¡Pero no todo está perdido! Marcelo Gallardo convocó refuerzos juveniles cual Avengers preparados para cualquier cosa, incluyendo a Bautista Dadín, el goleador que aún espera debutar en Primera.
Y así, cuesta arriba y en brote meteorológico, la misión de River sigue adelante. Sin Lucas Martínez Quarta y Maximiliano Salas que están “enjaulados” por sus esguinces, el resto del plantel se aprieta sus botines para dar la batalla en la cancha. Por último, el regreso mágico de Giorgio Costantini le da un toque de regreso del “héroe perdido”, listo para iluminar el partido de Copa Argentina. Abróchense los cinturones, porque este viaje de River suena como una película cargada de meteorología, tensión, fútbol y esperanza.