Marchiori y su aductor traicionero…

En el mundo pintoresco del fútbol, Vélez va a enfrentarse al River Plate con las chances de clasificar más complicadas que un gusanito jugando al hula hoop. Necesitan una serie de milagros que harían llorar de emoción hasta a los partidarios del Club del Optimismo. Tienen que ganarle a River, esperar que Godoy Cruz tropiece con Riestra, que Instituto tenga un tropezón contra Talleres y Sarmiento se ponga a hacer yoga en la cancha con San Lorenzo, mientras descuentan cinco goles como si estuvieran de liquidación.

Pero ahí no termina la tragedia griega con una pelota de fútbol. Tomás Marchiori, el arquero de Vélez que ha atajado más pelotas complicadas que un niño en un parque de diversiones, podría ausentarse por una molestia en el aductor derecho. Parece que su aductor le cantó “No, no, no…” justo antes de salir a defender el arco como si fuera el castillo de un rey medieval. ¡Más vale que alguien le pida ayuda a los dioses del fútbol, porque sin Marchiori, estarán un poco más desnudos que un oso polar sin su piel!

Los problemas en Vélez son como las cebollas: aparecen en capas y hacen llorar. Ahora Emanuel Mammana está ahí ahí por una sobrecarga, el hombre no puede recordar cuándo fue la última vez que estuvo al 100%. Necesitarían un mago en el banco o alguna pócima para que su cuerpo no le juegue malas pasadas. En resumen, si Vélez quiere llegar a los playoffs, necesitará una alineación celestial donde el destino juegue de su lado… ¡Que comiencen los juegos de azar futboleros!