Entre vuelos, motos y cafés: Gallardo lo hace de nuevo…
Imaginemos a Gallardo surcando los cielos como un superhéroe de películas, pero con el toque de un bailarín de tango en vez de capa: un abuelo con su mate en una mano y la formación en la otra. Después de un empate en las alturas que más que un partido parecía una expedición a Marte, el Muñeco aterriza como un cohete en Ezeiza con sus jugadores exhaustos, listos para enfrentar a Boca a toda máquina, como si el tiempo fuera una gaseosa agitándose en plena conferencia de prensa.
Entre empanadas de avión y sueños con jugadas mágicas, Gallardo planifica el encuentro con su ejército de guerreros. Apenas tiene dos prácticas, que es como armar un rompecabezas con las piezas sueltas en un minuto. El sábado se dará una matiné de fútbol que hasta podría tener entrada con pochoclos y gaseosa, mientras los jugadores regeneran lo que alguna vez fue una pierna (¡y por qué no, un césped!) después de desafiar la gravedad en la altura ecuatoriana.
De Un cuarto a otro, Gallardo se convierte en un DJ de estrategias, calibrando nombres como si fuera una radio de clásicos. Con la esperanza de soplar la polvareda de lesiones como si fuera confeti, prepara el equipo como quien mezcla una ensalada rusa, esperando que en el Monumental, esa ensaladera se transforme en la receta ganadora que todos los hinchas quieren saborear. Y, quién sabe, quizás mientras tanto, el Pity, Borja y Meza mantengan la risa entre las nubes del Monumental y el césped resucitado, listos para la épica el domingo frente a Boca.